Esta semana os traemos dos de las primeras fofuchas que hicimos. La primera primerísima fue como regalo para una servidora después de una temporadilla de bajón y estrés, como regalito para hacerme sonreír. Al ser la primera, es muy sencilla, como ya visteis, pero, desde luego, para mi no habrá nunca una tan bonita como esa.
Yo creo que le pasa a cualquier artesano: cuando empieza a hacer sus primeras creaciones experimenta con todo y, sobre todo, con los que más cerca tiene – su familia. A mi madre y mi hermana les pasó lo mismo. La primera fue para mi, la segunda para mi tía embarazada y, no se si la tercera, pero desde luego una de aquellas primeras fofuchas, fue para mi tío y mi tía, su mujer.
Ellos tienen una empresa propia, por lo que mi madre quiso hacerles unas fofuchas para tenerlas en el despacho que, de hecho, continúan allí. Esta era la primera vez que hacía un escenario y lo hizo completamente de goma Eva. Los únicos detalles de otros materiales son el pañuelo de tela del perchero de mi tía y la resina protectora del ordenador y los marcos de fotos.
No les faltan detalles: cuadernos, agenda, bolígrafos, papeles, fotografías, teléfonos móviles o papeleras. El suelo imita las baldosas de la oficina y las sillas son del estilo de despacho con ruedas.
Después vendrían muchas más con escenarios aun más complejos, pero estas fueron las primeras y, aunque la ilusión que se pone en cada nueva creación es la misma y el esfuerzo siempre es el máximo, yo creo que estas dos fofuchas tienen algo especial.