Estamos en pleno final de curso y aunque son días preciosos porque cada alumno hace balance de lo que ha conseguido, a nosotras nos da mucha penita acabar ya. Ha sido el primer año de vida de la escuela y ¡cuánta vida ha tenido! Estamos muy felices por la acogida que nos habéis dado y cómo os habéis implicado con las clases y la escuela. Por eso queremos daros las gracias de corazón.
Hacía más de veinte años que Alcalá no tenía una escuela de costura. Mi madre estudió en la última que cerró. Allí se sacó el título de profesora de corte y confección y comenzó a soñar con una escuela propia. Algo más de veinticinco años después, mi madre ha cumplido ese sueño (con la gran ayuda de mi padre -¡qué haríamos sin él!), y mi hermana y yo no podemos estar más orgullosas.

Alcalá y todo el corredor del Henares ya cuentan con su escuela de costura y, según hemos comprobado este año, mi madre no era la única que echaba de menos una academia de estas características. La cantidad de alumnos que tenemos al finalizar este curso nos ha demostrado que se echaba de menos y mucho.
En primer año de cualquier negocio suele ser el más duro. Uno se hace autónomo y no hace más que trabajar sin tempranas expectativas de un sueldo. Yo he visto a mi madre con ojeras hasta el suelo derrotada en el sofá, pero con una sonrisa dibujada en su cara. Está llevando este negocio ella sola y eso cuesta, pero está feliz, muy feliz. La veo dar clase y hablar de los progresos de sus alumnos, de su implicación, de lo contentos que están, y las ojeras desaparecen.
Por eso, este post no tiene otro fin que darle la ENHORABUENA a mi querida madre por lo que ha hecho este año y daros a todos vosotros las GRACIAS más gigantes que puedo daros: GRACIAS por hacer del sueño de mi madre una realidad.
Y como mi madre está tan contenta, sí, en julio cerramos de vacaciones, pero en agosto volveeeeeemos a abrir para unos intensivos de verano.
¡Os esperamos!